En pocas ocasiones, de las 9 horas y 45 minutos que duró el curso divididas en 4 días, nos incitaron a que fuésemos a Eucaristía –porque no se dice Misa, que significa irse, sino Eucaristía-, y que los jóvenes teníamos que rezar más, ayudar a los demás, etc…
El curso se basaba en escuchar a matrimonios que llevaban años casados, en un caso 57 años (…y 127 días, recordó la mujer), y en aprender de sus fallos y de sus aciertos como pareja. Una multitud de consejos y experiencias que nos enriquecían en cada minuto que pasaba de ese cursillo pre-matrimonial.
También al contrario de lo que pensamos la primera tarde de curso, teníamos mucho en común con las otras 28 parejas que estaban allí. Divididos en grupos de 7 u 8 futuros maridos y mujeres, aprendimos mucho los unos de los otros y nos los pasamos, al final, genial, mucho mejor de lo que nos pensábamos :D
El último día de cursillo nos despedimos haciendo un piscolabis con comida que trajimos entre todos, en el que el botellón corría a cargo de Don Antonio, el cura, un encanto que conoceréis el 6 de agosto, según dijo él mismo la noche anterior.
Después del refrigerio nos quedamos charlando algunas de las 8 parejas que formamos nuestro grupo hasta la 1 de la madrugada en la Plaza de Cort. En 4 horas nos pusimos al corriente de nuestras vidas y nos llegamos a conocer tanto como si fuésemos amigos desde hacía años. De momento, hemos decidido que nos iremos a ver en nuestras respectivas bodas. La primera, el 14 de mayo en La Seu. La última, el 8 de octubre en Sant Jaume. ¡Qué ganas!
Aquí tenéis el certificado que demuestra que esto va en serio:
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